Hace poco más de un mes estuve internada en salud mental en el hospital de clínicas. Todo este tiempo estuve ocupándome de reconectarme con la realidad, desde una nueva perspectiva adquirida en la internación: dejar el pasado atrás, perdonar y perdonarme.
Quizás peco de prejuiciosa, pero creo que mucha gente se espantaría si le digo que estuve internada por razones psiquiátricas. Los medios de información se ocuparon de estigmatizar mucho a los “locos”, muy indebidamente por cierto.
El primer día fue muy raro, no era como pensaba. ¿Dónde estaba la locura? Solo vi gente muy tranquila, compartiendo charlas, jugando a las cartas aunque con sus rostros un poco sombríos y con una clara sedación, seguramente, induje en ese momento que era producto de la medicación.
En el preciso momento que vi a mis compañeros de internación me hice una pregunta instantánea: ¿Qué hago acá? ¿Por qué llegué a este sitio? Cuestionamientos que me perseguirían a lo largo de toda la internación. Sin embargo no estaba shockeada, todavía no me había caído la ficha de donde estaba metida.
Luego sucedió la despedida con mi mamá, porque mi papa había ido a casa a traerme lo que necesitaba provisoriamente y no lo dejaron despedirse. Se avecinaban las primeras 48 hs. sin celular, sin contacto externo, sin visitas.
La primer noche fue particularmente aterradora, tuve una parálisis de sueño muy intensa. Creía que había enloquecido. Quizás el ámbito y mis ideales inculcados por la información concebida anteriormente generaron que explote mi inconsciente: definitivamente si estaba ahí era porque estaba loca, y ahora tenía motivos para perdurar en ese sitio. Quise hablar con la enfermera en ese momento, me palpitaba mucho el pecho pero finalmente desistí e intente dormirme nuevamente.
Los subsiguientes días de esa noche aterradora como bienvenida fueron bastante entretenidos, una de mis compañeras hablaba mucho y eso distraía mucho a mi mente. Sin embargo, que se inmiscuya tanto al punto de entrar a mi habitación y no dejarme dormir retándome, me hizo dar cuenta cual si fuera un espejo, comportamientos recientes míos antes de la internación. Conclusión importantísima: respetar el espacio y los tiempos de la otra persona.
Lo curioso de esta compañera era que le encantaba quejarse de todo, siendo evangélica. Tuve largas charlas diciéndole miles de veces que si procuraba seguir ese credo, ella debería acatar lo que proclamaba ser sino había una disonancia cognitiva. Definitivamente era muy raro proclamarse evangelista, guardando mucho rencor en su interior.
Otra conclusión importantísima: no agobiar a las otras personas con los problemas que acarreamos, resolverlos en nuestro interior y por supuesto armonizar lo que hacemos, decimos y pensamos. Si soy un ser amoroso, no me puedo permitir enroscarme en una rueda de rencor y negatividad.
Como mi tiempo libre era todo el tiempo y en ese espacio no había mucho para hacer, lei libros de la biblioteca. En otros momentos jugaba al truco, y sino hablaba con la compañera antes mencionada.
En el transcurso de esta primer semana tuve una extraña sensación de paz, me encantaba estar tranquila y disfrutando de mi plena presencia. Por primera vez en mucho tiempo comenzaba a formarse un nuevo lazo en cuanto al vinculo conmigo misma.
Sin embargo algo en mi empezó a cambiar en la segunda semana.

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