¡Maldición, como duele! Cada movimiento, cada centímetro de mi cuerpo,
cada musculo. Es como si alguien me
estuviera penetrando con clavos incesantemente, como si estuvieran perforando
mi cuerpo. Qué difícil es vivir así. ¡Cuánto dolor!
A veces me
cuestiono si habré hecho algo malo en esta vida para merecer algo así, o
incluso, quizás, podría haber sido en alguna vida pasada. ¿Se puede recibir
tanta maldición junta en esta vida? No lo sé. Solo sé que en este momento todo
mi cuerpo esta deteriorado y no encuentro una resolución.
Siempre con
pensamientos negativos, como si ello fuera a salvarte y a rescatarte del
abismo. Lamentándote de tu destino no vas a encontrar la cura y nadie más que
vos misma puede hacer algo al respecto. ¿Te das cuenta toda la energía que
derrochas en esto y que podrías estar invirtiéndola en una búsqueda distinta
que pueda modificar el curso de tu vida? No todo está escrito. Nadie tiene la última
palabra. Quizás no haya una cura pero si puedes encontrar como vivir mejor con
tu padecimiento.
Quizás el mundo
sea injusto, no lo niego. Sin embargo, sucumbir a esas injusticias solo hará
que el corto tiempo de vida sea más doloroso y angustiante. No importa el
pasado, lo que hayas hecho en esta u otra vida, importa cómo te sientes ahora y
que puedes hacer para cambiarlo positivamente.
¿Matarme? Podría
ser…quizás podría conseguir pastillas, ahorcarme, tirarme de un quinto piso,
posicionarme debajo de un tren en movimiento, cortarme las venas. Hay tantas
opciones al alcance de la mano que podrían finalizar esta abrumadora
existencia. ¿Para qué vivir así enferma? ¿Qué puedo lograr si ni siquiera
pensar puedo?
La muerte es
inevitable, eventualmente a todos nos sucede, es el destino de todos. Del polvo
venimos y al polvo vamos. Nuestra única meta es la muerte desde el momento en
que empezamos a existir, desde que nacemos. Quizás, eso sea lo único que este
escrito. ¿Pero adelantarlo? ¡Qué acto más cobarde y egoísta! Deja ya de pensar
en eso y piensa, en todo caso, en todo lo bueno que puedes dejar de ti en este
mundo o a tus seres queridos, principalmente.
¿Quiero a las
personas que me rodean? A veces pienso que sí, pero en estos momentos lo único
que me importa es sobrevivir, al punto que no tengo ningún reparo en lo que le
pueda suceder al otro. Esta vez, aunque sea esta vez, mis pensamientos solo
pueden recaer en mi misma. ¿Acaso ellos están en mi mente, en mi cuerpo para
saber el dolor que siento? No, absolutamente no. Solo yo, solamente yo sé lo
que es tener esta enfermedad.
Sal de tu burbuja,
sal de ese individualismo necio al que has decidido darle lugar y quizás así
logres visualizar una realidad mejor.
¿Cómo quieres que
no piense en negativo cuando la realidad misma es hostil y cruel? La realidad
no para de darte golpes, uno tras otro, uno tras otro. Siempre algo sucede, no
se puede vivir en paz. Si no es una enfermedad, es alguien que te traiciona o
un problema laboral o un familiar que te maltrata. No hay forma de ver con
color, un mundo que es blanco y negro.
La realidad puede
ser hostil, puede ser dura y complicada pero no es una constante permanente. La
vida es cíclica, hay momentos fríos y momentos cálidos. Quedarse con la visión
del vaso vacio como si todo el vaso estuviera vacio es casi tanto como
considerar lo contrario, que este mundo es una panacea, un paraíso al que todos
quisiéramos pertenecer. Sin embargo, la realidad no es ni puramente mala ni
puramente buena. Es lo que es y no queda otra alternativa que aceptar el ritmo
de la vida, algunas veces a favor y otras veces no tanto.

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